La agricultura de la UA

La capital de Etiopía, Adís Abeba, acogió la semana pasada una de las dos cumbres que celebrará este año la Unión Africana (UA), con el acento puesto en la agricultura y la seguridad alimentaria. A la cita acudieron los jefes de estado y de gobiernos de casi todos los países del continente vecino, que son muchos, justo el doble de los europeos. El asunto central de este tipo de reuniones multilaterales es simplemente el pasillo de entrada a los otros muchos aspectos que jalonan la realidad de unos pueblos que conforman la asimetría de las naciones subsaharianas en el orden mundial. Si de una parte, África es un claro referente de conflictos que parecen eternos, recurrentes y reiterativos, así como de tragedias humanitarias, hambrunas y pobrezas; de otra, África también es el paradigma de los recursos naturales del planeta y foco de la atención del capital internacional, del que especula y se engrosa al margen de los equilibrios vitales colaterales. La realidad reconocida es que más del 65 por ciento de los africanos obtiene su sustento del campo, sea a través del empleo que genera o por los alimentos que produce, una actividad que contribuye además al 40% del PIB regional. El sector primario es, en un axioma ampliamente reconocido, la única vía posible para el autoabastecimiento y la solución a la dependencia inane de los africanos a la cooperación internacional, un círculo de intereses que, con el tiempo, ha revertido en fracasos sonados. La inversión de las organizaciones multilaterales y los países donantes se intenta canalizar ahora por el lado de las iniciativas empresariales, en sintonía con aquella máxima tan manida de enseñar a pescar en lugar de entregar el pez. Sin embargo, lo que parece ocurrir es que las necesidades civiles no están en la hoja de ruta de las multinacionales que tiran del orden global y que ese bucle temido de estados fallidos y naciones parias sigue orbitando como resultado de unas explotaciones que solo interesan a los poderes mundiales y a las administraciones poscoloniales corruptas, una tendencia bien aprendida de la sangría que acarrearon las prácticas abusivas en sociedades que no han participado de las transformaciones económicas dominantes y que siempre se quedaron, por una u otra razón, en la cuneta del desarrollo. La UA lo que pretende en el fondo es auspiciar un panafricanismo político y abrir el camino hacia una unidad regional con las mismas soluciones para un mismo territorio. Los representantes nacionales han tratado sobre aspectos estructurales y de funcionamiento de las labores agrícolas, pero poco se ha dicho, que se sepa, de la urgente colectivización de políticas que tiendan a defender los intereses de todos los africanos, tanto dentro como fuera del continente, para mantener a raya la voracidad de los mercados internacionales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario