Prensas

Reporteros Sin Fronteras ha publicado estos días su clasificación anual sobre la libertad de prensa en el mundo con algunos datos más que sorprendentes para África. De entrada da mucho que pensar que, en este análisis argumentado y ecuánime, tres países del continente vecino figuren por delante de la propia España, que ocupa el puesto 35 de un total de 180; como son Namibia, la primera de las naciones africanas, con el número 22, por delante de Bélgica; atención a Cabo Verde, en el 24, y Ghana, en el 27. El ranking está encabezado un año más por Finlandia, que precede a Países Bajos y Noruega, y clausurado por Turkmenistán, Corea del Norte y, el farolillo rojo, Eritrea, precisamente en el Mar Rojo, frente a Yemen, que aparece en el peldaño 167. A continuación, en el 168, constatar con tristeza que aparece Guinea Ecuatorial, nuestra exprovincia negra repudiada, que pasa por un episodio en su historia realmente triste, henchida de petrodólares y atenazada por un régimen autoritario y cleptómano que apuesta por las grandes inversiones en infraestructuras y no por el bienestar de una población de algo más de un millón y medio de personas que serían muy ricas en cualquier otro lugar del planeta. También merece una reflexión incómoda, por no decir una pitada enérgica, la vecina Marruecos, que se ha convertido en el escenario de muchos abrazos diplomáticos internacionales y, sin embargo, está situada en un vergonzoso escalón 136, por debajo de Zimbabue, el país de las cacerías de elefantes, y por encima de Libia, un estado que lucha por emerger de un galimatías tribal y del manto tenebroso del islamismo radical. Solo añadir que el reino magrebí sienta sus reales sobre una sociedad compleja, llena de aristas, que combina la remota antigüedad con los hitos de una modernidad vibrante pero todavía, hoy por hoy, excluyente y elitista. Baja 43 puestos la República Centroafricana, por motivos obvios, al 109, si bien mucho más abajo, en el 151, surgen la República Democrática del Congo, la turística y cercana Gambia (155) y Ruanda (162). De nuestro entorno nos queda Senegal, en el puesto 62, que desciende casi tres niveles desde el año pasado, y está colocada más abajo que Mauritania (60), que subió nueve puestos con mérito, dado el panorama que ha tenido que vivir por el reboso yihadista que recorre el Sahel y por sus controversias nacionales. Por su parte, la situación no mejora en Malí, que continúa cayendo hasta el 122, como también lo hacen Burkina Faso, cinco puestos (52), y Costa de Marfil (-5) (101). Al final se queda uno con las dos tendencias claras de nuestros vecinos más cercanos y con el impulso instantáneo que nos pide el cuerpo para otorgar humildemente un sobresaliente admirativo a Cabo Verde y un inapelable suspenso a un Marruecos harto represivo (sin necesidad ninguna).