Autosuficiencia
Ya me he referido en
otras ocasiones a las corrientes casi contrapuestas que pueden llegar a mantener
los que miran hacia África. Es posible que esta polarización obedezca a las
informaciones de todo pelaje que pululan por esas redes del señor, pero lo
cierto es que si de una parte hay quienes opinan que los países subsaharianos
no avanzan, otros creen, como si de una cuestión de fe se tratara, que despegan
de forma espectacular. A mí, personalmente, que me interesa distanciarme lo más
objetivamente de ambos extremos, me preocupa más que los africanos lleguen a
tiempo para que construyamos entre todos un nuevo modelo global mas solidario,
equilibrado y sostenible. África está ahí mismo, a tiro de piedra, con unas
realidades contundentes y unos planos ineludibles para el mundo actual, y
tendremos que estar atentos, por nuestra cercanía, a esas culturas milenarias que
comienzan a mezclarse ante nuestras narices con la modernidad trepidante que llevan
aparejadas las nuevas tecnologías. Si sumamos factores intentando evitar los
estereotipos, podemos apreciar ante todo que estamos frente a un espacio
geográfico muy grande y con una diversidad profusa que congrega a la séptima
parte de la población del planeta. Cientos de millones de personas que
provienen de las culturas más antiguas acceden cada vez más a la comunicación telemática
que les enseñará muy rápidamente hasta dónde se puede llegar, además en un
momento en que las reglas del juego están dando un vuelco sin precedentes y justo
en medio de los dos polos que más expectativas reúnen en cuanto a crecimiento,
como son Asia y Sudamérica. En ese pasillo de cooperación Sur-Sur, que produce
un progresivo contrapeso al monopolio de Occidente, se encuentran, justo en medio,
unas decenas de países que poseen el 12% de las reservas de petróleo
internacionales y nada menos que el 60% de las tierras cultivables de todo el
planeta, además del 90% del cromo y platino y el 40% del oro, sin contar con
otros indicadores igual de afortunados. Eso sí, gran parte del continente se
halla todavía en un estadio muy atrasado y ni ha pasado por la revolución
industrial que acometieron ya sus socios asiáticos, aunque, con ese precedente,
puede que sus países remeden el salto que dio China en dos décadas para
instalarse en la vanguardia tecnológica y financiera del mundo y, que por
cierto, invierte en África a manos llenas. Como muestra, Pekín acaba de
anunciar que destinará un billón de dólares al continente negro hasta 2025 y que
no descarta la construcción de una red ferroviaria panafricana. Y quizás sea esa
la clave, la unión, precisamente la que esgrimen cada vez más africanos para
construir la integración, la pieza que esperan como el maná para alcanzar la
autosuficiencia.
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