Mauritania despega

Mauritania acaba de poner la directa para su recuperación económica, según un reciente informe del Fondo Monetario Internacional, y crecerá en torno a un 5,5 % durante el presente ejercicio, lo que redunda en los buenos resultados generales que venimos observando en el país vecino durante los últimos meses.

En un artículo anterior comentaba que era este estado del área cercana a Canarias el que más había progresado en cuanto a la libertad de prensa se refiere, algo impensable con un presidente, Mohamed Ould Abdelaziz, que venía de ganar las elecciones de julio del pasado año legítimamente, pero que tiene en su historial el haber tomado el poder a golpe de bayoneta en el anterior mandato para derrocar a su predecesor Sidi Ould Cheikh Abadallahi.

Con esos antecedentes, pocos observadores presagiaban la tranquilidad con la que ahora se desenvuelven en estos territorios las tribus nómadas que han poblado históricamente los desiertos de un país que tiene una superficie equivalente a dos veces la de España y tan sólo algo más de 3 millones de habitantes. Para asimilarlo desde la perspectiva occidental habría que entender que la democratización tal y como nosotros la concebimos, en ésta y otros muchas naciones africanas, nunca se ha materializado, ni en su orden político ni en sus costumbres milenarias, y continúan con su organización tribal y con las jerarquías de reparto que existieron siempre bajo el sol en las arenas y las dunas del Sahel.

Precisamente, en el transcurso del recientemente clausurado Salón Internacional del Libro Africano tuvo lugar un interesante debate entre el periodista y escritor mauritano Mbareck Ould Beyrouk, fundador del primer rotativo independiente local, y la antropóloga francesa Sophie Caratini, moderado por el escritor canario Pablo Martín Carbajal. Decía Beyrouk, ademas de que en su región el concepto de frontera era algo artificial y sobrevenido por la colonización, que los órdenes sociales y comunales de su tierra seguían inalterados y que los numerosísimos partidos políticos instalados en el arco parlamentario solamente respondían a la representación decimonónica de la presencia de las castas y familias tribales, aquellas que siempre supieron entenderse y arreglarse con la misma armonía antes de las imposiciones occidentalistas.

Creo que todos los que asistimos al acto entendimos que los poderes de los estados cercanos únicamente representan una especie de comedia pseudo democrática para contentar a las corrientes neocolonialistas que continúan pretendiendo adoctrinar a unas etnias y culturas que tienen su razón de ser profundamente arraigadas, con el fin de recibir aquellas contrapartida que otorgan las organizaciones multilaterales occidentales como chantaje para domesticar lo que no comprende.

Por lo visto, Mauritania ha aprendido la lección a su manera y colabora en ese pesado imperativo de la mundialización. Incluso ha emprendido una cruzada armada contra las facciones terroristas de Al Qaeda del Magreb, que secuestran a los europeos para sacar importantes cantidades de dinero por su rescate.

En cualquier caso, es de celebrar que este pobre país cercano esté logrando una etapa de estabilidad política, social y económica, que apunta a un futuro muy esperanzador para sus gentes y para sus vecinos, entre los que nos encontramos los canarios.