Mariano Rajoy ha estado
esta semana en Guinea Ecuatorial. Es el primer jefe de gobierno de nuestro país
que visita la única ex colonia española en el África Subsahariana en 23 años,
tras el viaje de Felipe González en 1991. La ocasión ha venido dada por la
celebración de una de las grandes cumbres de la Unión Africana (UA) en Malabo
y, mientras los informativos daban la noticia encabezándola invariablemente con
el ya cansino binomio dictador-Obiang, los despachos de prensa que salían de La
Moncloa también iban precedidos de las razones que han empujado a nuestro
insigne mandatario blanco a cruzar la línea roja y adentrarse en la cueva negra.
Entre los argumentos destacan dos: que no ha sido el tirano quien le ha
invitado, sino la propia UA a través de su presidente de turno, es decir, el
jefe del estado, y también militar ex golpista, de Mauritania, Mohamed Uld
Abdelaziz; y que iba en busca de apoyos para que España forme parte del próximo
Consejo de Seguridad de la ONU, institución multilateral que además tiene desde
el pasado miércoles una flamante sede en la capital ecuatoguineana, construida
por el gobierno local e inaugurada a bombo y platillo por su secretario
general, Ban Ki-Moon.
Tampoco ninguno de los presidentes de gobiernos, jefes de
estado ni de los cientos de ministros, altos cargos y representantes de
instituciones procedentes tanto de las 54 naciones del continente vecino como
de medio mundo han puesto el grito en el cielo por pisar la tierra del
dictador-Obiang, quien por cierto es el máximo benefactor hoy en día de la
organización panafricana y, por extensión, del panafricanismo. Todos han
departido con él en el Palacio de Congreso de Sipopo, un portento de la
arquitectura moderna en la región.
Ahora bien, ni por asomo quien escribe estas
líneas breves pretende defender lo indefendible, como tampoco lo haría con
muchos de los presidentes africanos que estos días se han sentado en Malabo
para crear los instrumentos necesarios con que abrir la puerta a la nueva
África, como el establecimiento de una zona de libre comercio para 2017, y que
en líneas generales no son mucho más democráticos que el dictador-Obiang, como,
sin ir más lejos, nuestro vecino de Gambia, Yahya Jammeh, a quien casi ningún
español conoce, aunque quizás haya viajado a ese país para pasar unas
vacaciones exóticas a precio de ganga.
Creo que siempre estamos con la misma
cantinela del dictador-Obiang para no tomar el toro por los cuernos y mirar de
frente a nuestro pasado, a nuestra provincia de antaño, a nuestros ex paisanos
negros, y tratar de entender qué es África, y qué es Guinea Ecuatorial, siempre
tan lejos. Y por eso, nada nuevo bajo el sol. Click.