De gran paso cabría calificar la constitución el pasado
jueves de la Fundación Canaria para el Control de las Enfermedades Tropicales
en Tenerife. Un paso más que hay que apuntar en el haber del Cabildo de esta
isla, empeñado en una senda inequívoca de relaciones con África y en una
trayectoria tejida pacientemente en pos de iniciativas que, como ésta, surgen en nuestra breve geografía.
“Quien suma, multiplica”, formuló el Premio Príncipe de Asturias Manuel Elkin Patarroyo
en el transcurso del acto, una frase que, dijo, solía repetir su padre, “un
hombre sabio”, subrayó; como él mismo, apostillo yo; un inmunólogo que afronta
la recta final de su gran hallazgo, la tan esperada vacuna contra la malaria, esa
enfermedad que infecta cada año a unos 300 millones de personas en todo el
mundo, de las que mueren puntualmente en torno a 1,2 millones, una cifra equivalente
a las víctimas de “seis bombas atómicas como las de Hiroshima”. Sin embargo, no
es el único nombre que se asocia a esta nueva institución, llamada a convertirse
en un hito internacional, porque también lo son el catedrático de la ULL
Basilio Valladares, el tenaz impulsor del proyecto; el presidente insular y la
consejera de Acción Exterior, Ricardo Melchior y Delia Herrera, y un largo
listado de colaboradores que aportaron su esfuerzo para confluir en esta
andadura que inicia ahora la recién creada entidad investigadora. Como no podía
ser de otra forma, también estuvo presente en la ceremonia el continente más
cercano, en las figuras de los ministros de Sanidad y Educación de Senegal, Awa
Marie Coll y Mary Teuw Niane, respectivamente, en representación del jefe del
estado del país, Macky Sall, como presidente de honor de la fundación (con todo
el contenido que este hecho puede conllevar), además del ministro de Enseñanza
de Cabo Verde, Antonio Leao de Aguiar, y otros representantes institucionales
de Angola, Guinea Ecuatorial y Nigeria. Lo que está claro es que sumar y
multiplicar, como decía el científico colombiano, supondría a estas alturas para
Canarias consolidar retos que, como éste, nos situaran en un lugar privilegiado
en el Atlántico Sur y afrontar así, consecuentemente, la letra de los discursos
que van y vienen cuando es oportuno en muchas citas que se olvidan después de
los postres. Sumar y multiplicar en las Islas equivaldría a una tierra nueva,
llena de esperanza en estas horas bajas de fugas y desconciertos; significaría desbrozar
cauces a nuestro alcance para evitar la diáspora de nuestros jóvenes ante la
falta de oportunidades; a la postre, una opción vital y factible, como han demostrado
estas personalidades que han logrado elevar a un primer plano mundial su
apuesta apasionante. Enhorabuena.
Juan Carlos Acosta