Parece ser que cada día están más claras las nuevas directrices
españolas en torno a un mayor protagonismo empresarial en las acciones en
cuanto al continente vecino se refiere. La tesis del golpe de timón en las
políticas africanas es obvia si además tenemos en cuenta que, de los recortes
que debía ejecutar de su presupuesto el Ministerio de Asuntos Exteriores durante
el presente ejercicio, el 90% recayó sobre las ayudas de cooperación al
desarrollo, que llegaron a su cúspide, ejemplar para muchos países
occidentales, en 2008, en plena frontera entre el edén de Zapatero y los
abismos tenebrosos de la crisis estructural actual. Esos recortes tuvieron
efectos colaterales inmediatos en lo que hasta entonces fue el catalizador de
las expectativas de relaciones culturales y sociales en el continente vecino,
un buen tajo en las velas de ese trasatlántico erguido que fue hasta la fecha
Casa África, ubicada simbólica y físicamente en un edificio noble y bien
remozado de Las Palmas, y que ahora ofrece el alquiler de sus salas para la
celebración de actos privados. Todavía resuenan las palabras del secretario de
Estado de Exteriores, Gonzalo de Benito, la semana pasada en el Senado, en las
que proclamaba que la responsabilidad de este tipo de centros tiene que ser
asumida "poco a poco por la sociedad civil", es decir, que comienza,
a mi entender, el desmantelamiento de un proyecto que, con una andadura de
apenas poco más de un lustro, iba a reforzar el papel de Canarias en su
continente natural. Y no es que esté en contra de esa estrategia de
rentabilización de los esfuerzos estatales hacia África, porque es la que
aplica el resto de países europeos, encabezados por Francia y su aciaga
françáfrique o Portugal, que gestó la lusofonía africana en los siglos
precedentes de tal forma que ahora sus parados emigran en masa hacia la media
docena de naciones que hablan esa lengua; o los gigantes asiáticos, con las
omnipresentes franquicias chinas e hindúes en la mayoría de las grandes
capitales subsaharianas. Lo que está claro es que las regiones cercanas al
Archipiélago están creciendo de forma sostenida y una prueba de ello son los
presupuestos generales de Marruecos para 2013 con una previsión del 4,5% de
incremento de su PIB, un estado que acoge en lo que va de año un aumento de la
inversión de las pymes españolas en torno a un 20%, con unas 700 instaladas ya
en su territorio, y donde comienzan a triunfar decenas de empresarios y
profesionales de las Islas, con el claro ejemplo de un grupo de arquitectos
santacruceros que lleva a cabo el plan general de ordenación del Gran Agadir,
con una superficie equivalente a toda la isla de Tenerife.