Justicia climática


Una de las grandes, y graves, incógnitas que preocupa de este nuevo siglo a quienes tienen al menos dos dedos de frente es la deriva del clima. Como contrapunto a la corriente del “aquí no pasa nada” de las políticas extractivas y contaminantes, alimentadas por las macro industrias y sectores ultra productivos del planeta a la sombra de hipótesis científicas como poco indolentes, por no decir complacientes, lo cierto es que los cambios se van notando no solo en aquellos acontecimientos que afectan a territorios y comunidades, sino en las mediciones e indicadores que señalan que algo está pasando a mayor velocidad de la que los expertos habían previsto hace tan solo unas décadas, como ocurre con el deshielo alarmante de los polos terrestres. Uno de los luchadores contra este peligro que nos acecha es el legendario Sir David Attenborough, célebre por sus documentales de la cadena británica BBC, empresa que ha eliminado una secuencia de uno de sus últimos reportajes en el que el naturalista afirmaba que en algunas zonas de África la temperatura se había incrementado unos 3,5 grados centígrados en los últimos años, una cifra que parece no encajar con los datos del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático), que certifica -testifica, supongo- que desde el año 1850 la temperatura global ha aumentado solo 0,76 grados (pues no ha llovido nada desde entonces). Claro que sobre este particular habría que preguntar a los responsables de organizaciones multilaterales destinadas a combatir las emergencias humanitarias si notan una mayor demanda de ayuda debido a los desastres meteorológicos en el continente vecino, porque la realidad apunta a que el péndulo climático está devastando muchos pueblos africanos debido a intensas sequías, lluvias torrenciales y otros diversos fenómenos atmosféricos en sociedades que viven de la agricultura de subsistencia y el ganado, al tiempo que habitan sus campos de una forma perentoria. A ello se debe posiblemente el llamamiento que ha realizado esta semana el gobierno de Kenia al resto de los países subsaharianos para reclamar juntos justicia climática a la comunidad internacional. No pocos observadores denuncian que los efectos están ya exacerbando las tensiones en muchas regiones africanas, paradójicamente las que menos contaminación generan de todo el mundo. Attenborough asegura, mientras tanto, que África es el continente más caliente de la Tierra, que no hay duda de que la temperatura no deja de ascender y que el 80% del hielo de la cima del monte Kilimanjaro, en Tanzania, ha desaparecido y pronto se habrá derretido el resto. Yo ya sé a quien creer.