Informes

Si bien es verdad que la eclosión informativa que nos inunda nos ayuda a trascender sobre lo que estamos viviendo, también lo es que, para que nos sirva de algo y no nos ahogue literalmente en su torrente incesante, hay que discriminarla. En ciencias naturales podríamos argüir que de una hoja puede reconstruirse un árbol. Eso es muy interesante y científico, pero en cuanto a la actualidad, esa misma parte de un todo es nada, o muy poco, si no es en contraposición con el conjunto que la contiene Demasiado consumo de noticias equivale a una hiperactiva elaboración de argumentos y, con ellos, a un oficio que puede llegar a especular con los matices hasta desdibujarlos en la ambigüedad o, como mínimo, en una lanzadera interesada y miope para llenar cajas de textos o espacios audiovisuales; reflexiones al fin y al cabo, pero urgidas por una demanda insaciable que nos hace girar una y otra vez en un tiovivo desnortado. Este preámbulo viene a colación de lo que puede uno leer cada día en torno a un continente tan extenso, nutrido, rico, virgen y desconocido como es el que tenemos aquí al lado. África es, en toda su inmensidad, el punto de mira de casi todo el planeta, con algunas excepciones, como la de Canarias; fijación que produce, en el escenario antes apuntado, informes, estudios o estadísticas a borbotones. Se podría decir que ahora mismo son los 30 millones de kilómetros cuadrados más recurrentes para los organismos multilaterales y consorcios públicos y privados del mundo. Que esto nos lleve a conclusiones positivas está por ver. Lo cierto es que, sin ir más lejos, esta misma semana me he encontrado con el ramillete preceptivo de la maquinaria intensiva, de tal forma que podría hablarles en estas escurridizas líneas de uno de los campeones de las siglas y apócopes estadísticos, como es el Banco Mundial (BM), que nos regala una investigación, de las suyas, sobre el turismo en el continente cercano, todo para decirnos que cada año más turistas lo visitan, en torno a un 3% interanual, y para deducir de forma brillante que ello redundará en el crecimiento económico de sus países. Al mismo tiempo, otro de esos foros de avezados expertos que funcionan bajo el paraguas de la ONU abandonaba su ensimismamiento para dejarnos una lista de los diez países más pobres del mundo, esculpida en lo que ellos llaman el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM, claro), que sustituye de ahora en adelante al Índice de Pobreza Humana (IPH), y, como no, a ver si lo adivinan, todos son africanos. Acabamos, eso sí, con la preceptiva palmadita en la espalda del periplo, otra vez del BM, pero podría ser del FMI, del BafD o de la TIA, que predecía desde Sudáfrica que África crecerá en 2014 un 5,5% y que es el continente que más evoluciona. Hay más informes, pero no caben. Otra vez será.

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