Reculemos, pues

Soy de los que opinan que habrá un antes y un después en la cuestión del Sahara tras la iniciativa estadounidense de proponer en la ONU el control de los derechos humanos en la región. No importa que Obama haya retrocedido y cambiado la exigencia de dotar a la misión de paz en la zona, la Minurso, de un nuevo mandato de vigilancia por una recomendación descafeinada, ni que España, a través de nuestro ministro de Exteriores, haya poco menos que celebrado la inviabilidad legal del trámite. Ni siquiera me escandaliza ya que el lema de libertad, igualdad y fraternidad de la metrópoli por antonomasia de África, Francia, se esconda bajo las alfombras del Elíseo para que su presidente, el socialista Hollande, pueda hacer la vista gorda a los métodos cuando menos abusivos en los territorios ocupados. Menos me extraña que Rusia o China hayan presionado a los miembros del Consejo de Seguridad para hacer el vacío a Washington en esta aventura compasiva sin precedentes contra el desprecio a las minorías étnicas en una parte del Sahel, porque les conviene mantener fuera del debate en los organismos multilaterales sus propias vergüenzas nacionales. Celebro, eso sí, el paso adelante de un mandatario occidental que, a pesar de estar a miles de kilómetros del lugar de los hechos, ha puesto en serios apuros a un reino contumaz en su estilo decimonónico de aplicar las normas de convivencia. A partir de aquí conviene tener presente los movimientos que van a darse todavía en relación a este viejo contencioso, pues es de suponer que estamos en el antesala de nuevas fugas o, por qué no, contradicciones, que saldrán al paso de las decisiones en el seno de una Unión Europea que, hoy por hoy, es la mayor garante de las reivindicaciones humanitarias en el mundo y de los tribunales internacionales que, paradójicamente, no reconoce por sistema el promotor de este plante, EEUU. Habrá que estar vigilantes para que, ya como santo y seña de nuestros vecinos más cercanos, Rabat no despliegue sus tretas rasas y sus montañas de humo con que seguir ganando tiempo para hacernos olvidar definitivamente a todos que la descolonización del Sahara es irreversible en forma, que no en tiempo, según la legalidad internacional. Tendremos que discriminar el polvo de la paja, lo que es terrorismo de lo que no, porque se me antoja que los próximos movimientos van a ir precisamente por esos derroteros tan recurrentes, fáciles ahora, malditos tras el 11 S y 11 M, dado que hay una batalla abierta no muy lejos de aquí con el enemigo número uno de Occidente, el islamismo radical, que se pasea a sus anchas por medio continente y confundido con la pobreza y la hambruna, el mejor caldo de cultivo para generar extremismos. La estrategia inminente está servida. Reculemos, pues.

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