África Andando


Entre aquellas personas que han pisado territorio africano persiste una sensación común de que algo ha cambiado en sus existencias para siempre. La filosofía de subsistencia que caracteriza a la mayoría de los pueblos del continente vecino empujan al visitante a un estado de reflexión constante sobre qué es lo importante de la vida y lo que no. La solidaridad, el cariño, el respeto a la naturaleza y la comunión familiar de la que hacen gala generalmente las sociedades subsaharianas nos envuelven con cierto estupor a la hora de volver la vista atrás para acordarnos de la civilización occidental en la que vivimos, llena de competitividad, materialismo, consumismo y vanos paraísos con los que somos tentados cotidianamente para gastar el dinero que ganamos muy por encima de cualquier otro salario africano, puesto que con un sueldo de los que se perciben en Europa se podría mantener a una familia entera durante varios meses en los países cercanos.

Estos y otros muchos aspectos serán los que se encontrarán los 20 jóvenes que viajaron ayer a Senegal para participar en el proyecto África Andando, una de las más interesantes iniciativas que se producen en Canarias para fomentar la cooperación con el continente vecino. Se podría decir que África tiene desde ayer 20 aliados nuevos con una edad -entre los 15 y 17 años- muy prometedora, porque es como si sembráramos el pensamiento positivo en unas generaciones que más pronto que tarde ocuparán puestos relevantes en el Archipiélago.

Esos chicos y chicas regresarán de su viaje de 14 días con sus impresiones de primera mano, que les hará convenir en que el continente negro no son sólo las guerras, el hambre, la miseria, los desastres humanitarios o las guerras, sino que comprobarán que más bien la tónica general de las comunidades que visitan es la paz, la comunicación, unas culturas muy vivas, la generosidad y la teranga, que es como se conoce en Senegal la hospitalidad. Volverán deseando repetir la experiencia muchas veces, sabiendo ya que hay otra forma de concebir el mundo muy diferente a la nuestra, a tan sólo escasos kilómetros de nuestras costas.

Es muy interesante además que convivan con grupos de muchachos nativos de su misma edad y que compartan actividades y vivencias que impregnarán mejor la forma de entender al otro, tan necesario en esta época de injusticias que permiten que mientras una cuarta parte de la Humanidad vive derrochando riquezas, el resto del planeta lo hace apenas con 1 euro diario. Que entiendan que las posesiones que nos inculcan a tener para ser felices en nuestras sociedades, en esos otros pueblos es simplemente el uso de lo que se va a consumir lo que se tiene día a día, y por ello no son más desgraciados. Al contrario, vendrán asombrados de la alegría que se han encontrado y de las sonrisas blancas de sus compañeros del otro lado del mar, que les preguntarán muchas cosas sobre Canarias y sus gentes.

Ojalá que nuestros jóvenes les cuenten que muchos chicos y chicas como ellos han muerto en medio del océano, o que han llegado a nuestras playas agotados y desfallecidos para acceder a un futuro en una tierra en la que echarán de menos sus costumbres y en la que tendrán que luchar mucho, con la soledad del extranjero, para poder acceder a un puesto de trabajo que les devuelva de nuevo con los suyos.

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