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Falleció el profesor Amadou Ndoye



Nos acabamos de enterar, maldita sea. Con gran dolor para aquellos que le conocíamos, El Hadji Amadou Ndoye, escritor y profesor de Literatura Española en la Universidad Cheikh Anta DIOP de Senegal, nos ha dejado. Ha fallecido en Dakar, ciudad en la que nació en 1947, víctima de una cruel enfermedad. Eso sí, nos queda el recuerdo vibrante de su lucha por los valores humanos y por la África digna que siempre reivindicó en no pocos foros internacionales sobre la africanidad, que se lo disputaban debido a su gran cultura, sentido común, cercanía y sencillez. Muchos tuvimos la enorme suerte de conocerle y de disfrutar de su presencia en diversas ocasiones, porque era una persona muy relacionada con Canarias y con su literatura, de la que era un avezado especialista, y porque contó siempre con muy buenos amigos en las islas. Esta entrevista tuvo lugar en el año 2008 pero, salvo detalles, creemos que no ha perdido apenas actualidad, desgraciadamente, pues significa que tampoco hemos avanzado tanto en valorar y respetar aquellos aspectos que él siempre defendió de su continente. Es más, algunas de sus aseveraciones suenan ahora, con la perspectiva del tiempo transcurrido, proféticas. Buena travesía, profesor.

¿Cuál es el origen de su relación con el Archipiélago?
He dedicado mi tesis a ocho narradores canarios de los 70, entre los que se encuentran Alberto Omar, Juan Cruz, Víctor Ramírez, Luis Alemany, Luis León Barreto o Alfonso Oshanahan. Por eso tengo este vínculo con Canarias.

¿Cómo se combinan culturas tan distintas como la africana y la occidental?
He tenido la suerte de vivir en un país que se llama Senegal. Mi madre habla el wolof y yo soy musulmán. Aprendí árabe, francés, inglés, español, latín y portugués. Quizás esa circunstancia me haya preparado para abrirme y aceptar todo lo que viene de fuera, aunque tenga los pies bien enraizados en el suelo de mi tierra.

¿Difunde usted la cultura canaria en la Universidad de Dakar?
Imparto una asignatura que se llama Traducción del Español al Francés y de vez en cuando cojo textos de escritores canarios. Hace unos años enseñé durante dos cursos la obra de Alonso Quesada “Insulario” y hace seis utilicé “Crimen” de Agustín Espinosa. También un alumno mío realizó un trabajo sobre Víctor Ramírez, basado en su novela “Nos dejaron el muerto”. Después se lo envié al autor, le gustó y lo público bajo la forma de un libro. Posiblemente otros estudiantes van a hacer también más monográficos. Ahora mismo una alumna trabaja con “Las espiritistas de Telde” de Luis León Barreto. Cada vez que tengo la oportunidad de hablar de Canarias en mis aulas, lo hago.

¿Es optimista en cuanto al desarrollo de su continente con la actual situación financiera internacional?
Los demás deben saber que son parte del problema de África. Mire, el resto del mundo nos pone siempre los mismos sambenitos. Dicen, ustedes son unos pobrecitos. Muy bien, pero no lo somos porque tenemos petróleo, platino, uranio y oro, aunque no son nuestros porque lo siguen explotando las compañías multinacionales de Occidente. Ellos son quienes deciden qué se va a producir y en qué cantidades. Además, intervienen en nuestras elecciones y no nos dejan tranquilos. Son parte del problema y lo deben entender porque, si no, vamos a seguir en apuros. Suiza, por ejemplo, produce muy buen chocolate, perfecto, ¿pero de dónde procede? ¿Los suizos plantan cacao? Se habla del magnífico café vienés, perfecto, ¿ pero dónde se cultiva café en Austria? La gente debería hacerse este tipo de preguntas. ¿Por qué siguen sacando las riquezas de otros países a precios muy bajos y, cuando los exportan manufacturados, nos los ponen muy altos? Éste es el problema de fondo y, mientras esto siga así, la gente va a continuar llegando en pateras porque no somos dueños de nuestras riquezas. Subió el barril del petróleo y nos afectó de una manera brutal, mientras que el aumento de los precios alimentarios nos fulminó, porque producimos lo que no comemos y comemos lo que no producimos. Seguro que esta crisis financiera nos va a azotar.

Al margen de la economía, si hablamos de otros valores, como la espiritualidad, el sentido de la familia, la importancia de los mayores, la religión, etcétera, estamos también muy lejos los occidentales y los africanos, ¿no?
Nosotros seguimos muy pegados al ser humano y nuestras familias todavía no son mononucleares, como las tenemos por aquí. En la misma casa continúan viviendo el padre, la madre y los abuelos, y sentimos mucha preocupación por todos nuestros parientes. Entre nosotros la palabra pariente tiene un sentido sociológico, y lo es el vecino de enfrente, el de al lado, la gente con la que crecí o con los que trabajo habitualmente. De mi salario viven como mínimo entre 30 y 40 personas. Ahora bien, a pesar de todas nuestras dificultades, seguimos compartiéndolo todo y pensando que el hombre es la riqueza primera. Sin embargo, si te imponen desde fuera que hay que ser individualista, eso te plantea un problema. Pensamos que esa no es la vía.

A su parecer, ¿hacia dónde vamos?
Creo que no estamos en el buen camino porque, insisto, no queremos compartir. La crisis financiera es un ejemplo muy claro. Unos cuantos señores han hecho tambalear la economía del planeta para el beneficio de unos pocos. Yo pienso que el problema es éste, el mundo, o es de todos, y nos salvamos todos, o será de unos pocos. Esto va a engendrar desequilibrios y nadie gana con la situación, creo yo.

¿Son concientes en su país de la tragedia que se está produciendo con la muerte de tantos
jóvenes que pretenden llegar a nuestras costas?
Claro, porque son nuestros hermanos, hijos o sobrinos, que vienen y te piden que les encuentres un trabajo. Sin embargo, tú no le puedes proporcionar algo que les satisfaga y desgraciadamente los satélites mandan mucha publicidad que te invitan a comprarte unos zapatillas “nike”, por ejemplo, y para eso sí que somos todos contemporáneos, pero sin el mismo poder adquisitivo. Para mí la solución es sentarse, estudiar y aprender en la escuela, aunque los chicos de hoy piensan que eso va a durar bastante tiempo y tienen prisa por consumir inmediatamente. Viven en el siglo de la velocidad y no siempre le hacen caso a un docente como yo.

Los Objetivos del Milenio para 2015 no se van a cumplir.
Para muchos países no se van a cumplir, lo que significa que va a haber más problemas y que van a tenerse que buscar la vida como pueden, y entre estas maneras estará la de montarse en un cayuco o una patera. Es muy triste, pero, si no mejora la situación económica de África, me temo que estas experiencias extremas las vamos a seguir viviendo.

Visto lo visto con el neoliberalismo o capitalismo salvaje que nos ha dejado este escenario económico desconcertante, ¿no le vendría muy bien a Occidente un poco de esa forma humanizada de entender la vida del africano?

Sí, compartir, porque una de las grandes paradojas de este mundo es que, sin ir más lejos, con el dinero que Estados Unidos gasta cada día en armamento se podría dar de comer a todo los que pasan hambre. El problema de ahora es que el desequilibrio ya no se puede aguantar porque el 20 por ciento de la población del planeta tiene el 80 por ciento de la riqueza mundial. Si esto no se remedia, todos las diferencias que vemos, todas las distorsiones, van a aumentar y nadie va a estar a salvo.

¿Está usted aquí en Canarias como en su casa?
Sí, los canarios me reciben con mucho cariño y la verdad es que estoy entre amigos cada vez que vengo. Soy una especie de francotirador que trabaja con ellos de manera paralela a lo que hacen las instituciones, porque creo que el hombre es realmente el valor sobre el cual hay que apostar.

Sumar, multiplicar


De gran paso cabría calificar la constitución el pasado jueves de la Fundación Canaria para el Control de las Enfermedades Tropicales en Tenerife. Un paso más que hay que apuntar en el haber del Cabildo de esta isla, empeñado en una senda inequívoca de relaciones con África y en una trayectoria tejida pacientemente en pos de  iniciativas que, como ésta, surgen en nuestra breve geografía. “Quien suma, multiplica”, formuló el Premio Príncipe de Asturias Manuel Elkin Patarroyo en el transcurso del acto, una frase que, dijo, solía repetir su padre, “un hombre sabio”, subrayó; como él mismo, apostillo yo; un inmunólogo que afronta la recta final de su gran hallazgo, la tan esperada vacuna contra la malaria, esa enfermedad que infecta cada año a unos 300 millones de personas en todo el mundo, de las que mueren puntualmente en torno a 1,2 millones, una cifra equivalente a las víctimas de “seis bombas atómicas como las de Hiroshima”. Sin embargo, no es el único nombre que se asocia a esta nueva institución, llamada a convertirse en un hito internacional, porque también lo son el catedrático de la ULL Basilio Valladares, el tenaz impulsor del proyecto; el presidente insular y la consejera de Acción Exterior, Ricardo Melchior y Delia Herrera, y un largo listado de colaboradores que aportaron su esfuerzo para confluir en esta andadura que inicia ahora la recién creada entidad investigadora. Como no podía ser de otra forma, también estuvo presente en la ceremonia el continente más cercano, en las figuras de los ministros de Sanidad y Educación de Senegal, Awa Marie Coll y Mary Teuw Niane, respectivamente, en representación del jefe del estado del país, Macky Sall, como presidente de honor de la fundación (con todo el contenido que este hecho puede conllevar), además del ministro de Enseñanza de Cabo Verde, Antonio Leao de Aguiar, y otros representantes institucionales de Angola, Guinea Ecuatorial y Nigeria. Lo que está claro es que sumar y multiplicar, como decía el científico colombiano, supondría a estas alturas para Canarias consolidar retos que, como éste, nos situaran en un lugar privilegiado en el Atlántico Sur y afrontar así, consecuentemente, la letra de los discursos que van y vienen cuando es oportuno en muchas citas que se olvidan después de los postres. Sumar y multiplicar en las Islas equivaldría a una tierra nueva, llena de esperanza en estas horas bajas de fugas y desconciertos; significaría desbrozar cauces a nuestro alcance para evitar la diáspora de nuestros jóvenes ante la falta de oportunidades; a la postre, una opción vital y factible, como han demostrado estas personalidades que han logrado elevar a un primer plano mundial su apuesta apasionante. Enhorabuena.

Juan Carlos Acosta