Una dama de hierro para Senegal

El presidente de Senegal, Macky Sall, sorprendía a propios y extraños hace unos días con su decisión de destituir de manera fulminante al hasta entonces primer ministro, el ex banquero Abdul Mbaye, y nombrar como nueva jefa de gobierno a su ministra de Justicia, Aminata Touré, apodada “Mimi” o la “Dama de Hierro”. Lo cierto es que el mandato del actual jefe del estado, que acabó con las largas legislaturas de Abdoulaye Wade en marzo de 2012 y que llegó precedido de intensas revueltas populares y algunas muertes provocadas por las maniobras del “Viejo” para permanecer en el poder, no ha aportado gran cosa al desarrollo de uno de los países más organizados y democráticos del continente y sí que ha servido para desesperar todavía más a una sociedad muy escarmentada con la inactividad, la inoperancia, las deficiencias públicas, la insuficiencias sociales, el gigantesco paro y los tan cacareados cortes de energía. Solo faltaba la corrupción para igualar el ejercicio del ejecutivo anterior, pero ahí estaba la señora Touré como un látigo para los delitos que tanto marcaron el postrero entorno de Wade, hasta el punto que es la directa responsable de la encarcelación del que iba a ser su heredero, su hijo Karim Wade, que hoy permanece en prisión con una interminable ristra de cargos en contra, eso sí, en una nación muy polarizada en torno a líderes históricos, partidos políticos y cofradías religiosas. Por lo pronto, Mimi-Aminata ya ha publicado la lista de su gabinete, que constará de 32 ministros, incrementando así la lista del saliente Mbaye, que era de 25, pero aún por debajo de los 40 que conformaban los gobiernos de Wade, y que tiene como principal referencia para los occidentales la salida del archiconocido músico Youssou N’Dour, que se hizo cargo de las carteras de Cultura y Turismo durante 18 meses. A favor de la nueva primera ministra, que no abre la participación de la mujer en esas responsabilidades porque ya lo hizo antes Mame Madior Boye, quien asumió el mismo compromiso entre 2001 y 2002, hay que consignar que, tras una trayectoria política marcada por su militancia desde muy joven en la Liga Comunista de los Trabajadores, se licenció en Economía, con doctorados en varias universidades francesas, y posee una larga trayectoria como activista por los derechos humanos y como alta funcionaria de la ONU en los Estados Unidos, donde residió junto a su familia durante algunos años. El reto no parece nada fácil para esta divorciada y feminista, para quien “la política no debe ser una especialidad ni un trabajo, sino un deseo de cambiar las cosas”, aunque cuente con el apoyo de las mujeres de su país, que son las que mayor capacidad de transformación imprimen hoy por hoy al pueblo senegalés desde su base. Veremos, pues.

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