Petróleo maldito

La cuenca del Golfo de Guinea se revela día a día como la reserva energética de petróleo y gas de África. Uno de los casos más recientes donde la escalada de extracciones es notoria es el de Guinea Ecuatorial, de tal forma que se habla ya de un volumen próximo al billón de barriles en sus yacimientos, circunstancia que ha llevado a las compañías multinacionales extractivas a llamar a la ex provincia española el “Kuwait” del continente. Esta capacidad ha convertido al país en el que impera el régimen de Obiang en el tercer productor de la región, por detrás de la poderosa Nigeria y de Angola, y ha disparado sus números de crecimiento anual.

Si tenemos en cuenta que las proyecciones acerca de los mercados energéticos para los próximo 30 años reflejan un incremento sostenido mundial en el consumo y que para las grandes potencias asegurar su aprovisionamiento es una tarea crucial, podemos hacernos una idea de por dónde pasarán las coordenadas estratégicas de los años venideros y quienes serán los nuevos países ricos, después de los productores árabes. Sin ir más lejos, Estados Unidos espera que en menos de diez años el 25% de su crudo proceda de África, mientras que el Reino Unido y Noruega comienzan a dejar de mirar a Alaska y el Mar del Norte para fijar sus objetivos en esta parte del planeta, con la que China ya mantiene importantes y progresivas transacciones.

Por lo pronto, varios países se han ofrecido a condonar la deuda externa de estas naciones y ayudas millonarias en cooperación para fomentar sus desarrollos económicos y, es de esperar, que sus estabilidades políticas, institucionales y sociales, con el fin de poder operar con garantías con sus respectivos gobiernos; cosa que, hoy por hoy, parece lejos de producirse si tenemos en cuenta las situaciones presentes de los tres Estados señalados, donde una mínima parte de las ganancias generadas la perciben la ciudadanía. Es más, parece que el índice de desarrollo humano en Guinea Ecuatorial ha bajado en un solo año doce puestos, en tanto que sus habitantes han perdido casi seis años de esperanza de vida desde 2001, mientras que Angola y Nigeria también tienen sus propios parámetros sociales estancados.

Sin embargo, es verdad que si Guinea Ecuatorial exporta unos 4.500 millones de dólares anuales en crudo, sólo retiene entre un 15 y un 30 por ciento de sus beneficios por su dependencia tecnológica y técnica, aparte de que ha sonado la voz de alarma porque el yacimiento Zafiro, que aporta casi el 70% de su producción y está situado en el mar, a 50 kilómetros de la isla de Bioko, podría haber empezado a agotarse, aunque otras prospecciones recientes son más optimistas.
En cualquier caso, los gobiernos de las naciones ricas en materias primas deben coger la sartén por el mango si quieren que la explotación de los mismas redunden en el progreso de sus habitantes, porque tampoco está muy claro que las grandes compañías estén de verdad interesadas en revertir la situación y perder un fantástico negocio sin tener que repartir más que con los corruptos de siempre.

Es aquí donde los organismos multilaterales, como la ONU, deben poner el acento y no permitir que ambas partes se salgan con la suya a costa del sufrimiento humano y del bien común de los respectivos pueblos, porque no se sabe a ciencia cierta quiénes son peores, si los atávicos dictadores o los crueles intereses del mundo desarrollado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario